viernes, 13 de marzo de 2009

Este lo presenté en un concurso con seudónimo femenino y relato femenino, no es corto, Lástima.



Basilio Araújo De León, De León por parte de padre, nos aclaró mientras estiraba la mano y saludaba sin apretar.
Lo vimos llegar en el abrasador sol de un mediodía de enero caminando por el trillo de la portera grande. Lo vimos llegar, desde antes que los perros le ladraran. Se desdibujaba su figura en el reverbero de la tierra caliente y destellaban sus adornos en oro y plata.
-Ando en busca de trabajo, no vengo recomendado de nadie pero pueden preguntar por mi a quíen quiera.-
-¿y que sabe hacer?-
-Yo hago de todo, aunque lo que mucho abarca poco aprieta, pero conozco bien el trabajo de campo, trabajo con lanares y vacunos, puedo alambrar pero no soy alambrador, nunca pedí trabajo como casero o “tratorista” esos son los que no quieren trabajar y yo preciso.-
-¿es muy salidor?-
-No, no más que lo que un hombre necesita.-
-¿Toma?-
-No, no tomo cuando estoy en el trabajo.-
¿No tiene problemas en que lo mande una mujer? Acá somos Fernando y yo pero la que está siempre y da las órdenes soy yo, si no tiene problemas con eso......-
-Vine a trabajar y si es con respeto, sirven las órdenes de cualquiera.-
-¿Trajo sus cosas?-
-Para empezar tengo, si hace falta más ya iré a buscalo.-
-Tome, ésta es la llave del frente, en casa las porteras siempre están a candado, acomodese en las piezas del fondo y nos probamos, si en un mes nos entendemos nos vamos a entender bien.-
Agarró la llave, me miró, se dió media vuelta y fue a buscar sus cosas.
Caminaba con sus piernas chuecas de domador, pasando el peso a cada una de ellas en cada paso, lo que lo hacía tener un andar cadencioso. Todo en él llamaba la atención. Ese día llegó con camisa turquesa lo que resaltaba el color oscuro de su piel. Sin duda los colores vivos eran lo suyo. Camisas rojas, verdes, celestes de tono subido, el poncho rojo con vivos negros y la faja multicolor.
Usaba sombrero panza de burro marrón claro, con el que dominaba su pelo mota, al barbijo lo ajustaba con una bombita de plata y oro.
Tenía todos los dientes sanos, que amarillos y grandes, mostraban la fortaleza de sus huesos largos.
La cara achinada y casi lampiña, mostraba sin embargo, un bigote chuzo que caía por debajo de las comisura de los labios y que siempre se le reía antes que él.
Si Wilmar López, lo hubiera visto, seguro lo hubiera hecho afiche de la patria gaucha.
A la mañana siguiente cuando salímos de la casa temprano nos esperaba con los caballos encerrados: -Buen día Patroncita! Buendia Don, ¿que vamos a hacer hoy?-
Ensillamos y dimos una recorrida por el campo para mostrarle los potreros, las aguadas, indicarle cuales aguantaban y cuales no. Fuimos hasta el molino y le dimos algunas instrucciones de como manejarlo, cual es el órden de llenado de los bebederos y como cuidamos el caudal del pozo.
Cerca del mediodía, cuando estabamos de regreso dijo: -me gustaría pasar por aquella granja de eucaliptus, cuando íbamos vi un ternero abichado.-
Lo encontró enseguida en la sombra, se bajó y curó una llaga en la paleta bastante agusanada. Después de subir aclaró: -lo vi “mosquiando y mosquiando” de lejos, es picado de araña.-
Se quedó en casa varios años y en ese tiempo aprendimos a conocerlo. Trabajaba a conciencia, salía a recorrer temprano, siempre después de matear y escuchar la radio. Trabajaba todo el día y aunque se podía trabajar bien con él, le gustaba hacerlo solo.
Durante esos años siempre nos sorprendía con alguna de las suyas, como que por ejemplo, nunca salía de “camperiada” sin llevarse la radio prendida en el bolsillo de su camisa.
La primer salida que hizo fue a los diez o quince días de haberse instalado:
-Si Usté no me precisa, voy a dir pa' mi casa, tengo que traerme unas cosas, voy con dos caballos y en dos días estoy de vuelta.-
Demoró cuatro y vino cargado.
Trajo su tropilla de gateados, potros y mansos, incluído un padrillo al que yo misma lo vi subir sin dificultad. Venía montado en una tostada ruana, las manos blancas como vendadas, chica la cabeza y enormes las ancas. Todita chapeada: plata y oro en el freno, la cabezada trabajada en metal era primorosa y las bombitas de plata adornaban hasta las riendas. La pechera con sus iniciales brillaba como para alumbrar el camino en una noche oscura y ni que hablar del recado recargado hasta las estriberas, era una belleza y debía costar una fortuna, tenía grabada a cincel una fecha, 1811. No había descuidado ningún detalle, ni en las cinchas de treita y seis hilos trabajadas a dos colores.
Ató sin desmontar al que traía de tiro en la pieza de ensillar, dejó en el piquete de la casa dos mansos de trabajo y fue repartiendo de a dos o tres por todo el campo. El padrillo con algunas hembras fue a parar a la costa.
-Pa' que enamoren tranquilos.- nos dijo en la noche.
De regreso pasó ufano en la tostada, la traía cortita y la pinchaba con unas enormes rodajas. La lució luciéndose y mientras nos miraba, la tocó con en rebenque de plata en el anca y la hizo rayar antes de bajarse.
-Patroncita! Quedaba las noches en blanco pensando en mis cosas solitas en el pueblo, así que me las traje.-
Pasó la semana sin novedades pero el domingo, cuando terminó de tusar y recortar bazos, sacó de las piezas varios juegos de boleadoras y empezó a tirar contra el palenque de las mangas, como nunca habíamos visto nos arrimamos a mirar. Sin que le preguntáramos nada empezó a explicar:
-Una de las tres es más chica, esa es la última que se larga. Se agarran dos en la mano separadas por un dedo, se rebolean por arriba de la cabeza y las larga separadas, una atrás de la otra, casi juntitas, eso es lo que hace que salgan dando vueltas bien abiertas.-
¿quiere aprovechar la bolada, patrona? Dijo mientras se le reía el bigote.-
-Yo, ni loca.-
Mire éstas, son bolas de billar, la roja, la blanca y el chico, ese es de marfil, en el pueblo hay unos que son como mal de la cabeza por el juego del casín, y cada año compran nuevas. Yo les quise comprar y cuando supieron que era pa' mi “afisión”, me regalaron.-
-Dele agarre!-
-Gracias, ninguna posibilidad.- Di media vuelta y los dejé entretenidos con las boleadoras.
Despues Fernando me contó, que un primo de Basilio hizo unas con goma de una máquina arrocera. -no van muy lejos, aclaró, porque son livianas, pero pican y rebotan y si agarran las patas de un crudo, no hay quien las desate.-
Salía poco, pero le daba trabajo volver. Cada veinte o treinta días, empezaba el apronte. Cuando dejaba la tostada alivianando ya sabíamos que en pocos días estaba de viaje. Ponía a orear su mejor pelego negro y lavaba sus mejores pilchas.
-Si no me precisan voy a salir, en dos días vuelvo.-
Nunca eran menos de cuatro o cinco.
Al principio le preguntaba que le había pasado, la versión era siempre parecida:
-Los gurises por “maldá” ¿vio?, me abrieron la portera y soltaron la yegua, estuve dos dias buscándola con la policía. Fuí para el lado de Rachid, por si buscaba querencia, después vine para este lado, como no la podía encontrar me volví al pueblo. Resultó que había entrado en una calle ciega y la doña que vive en el fondo conoció la yegua y la encerró, la yegua es mancita! Pero la doña no me avisó.-
Con el tiempo dejé de preguntar.
Después de una de sus salidas, en la que demoró en volver más que lo de costumbre, llegó de lentes oscuros.
-¿Que es eso Basilio?-
-Mi novia me regaló! Yo le di plata, la saqué a “pasiar” y me compró lente de sombra.-
Se le rieron los bigotes, se le llenó la cara de risa y la risa de dientes. Salió a recorrer de radio y “lente de sombra”.
Pasó la semana en la luna, a la siguiente empezó a alivianar la yegua. “Prosiaba“ todo el día solo y arrastraba una tablita de acá para allá. La lijó, le dió aceite de lino y esperó a que se secara. Después pintó con rústicos arabezcos y toscas letras “LAURITA”.
-Es para que lo ponga en la puerta de ella, trabaja de noche pero no cuando yo la visito.-
Laurita trabajaba en las luces rojas, según me “chusmió” Rita, la esposa de nuestro lindero.-
-Che! Tu peón anda metido a novio!!.-
Le gustaba “prosiar” con los vecinos, como nunca descuidaba el trabajo no le decíamos nada, dejábamos que fuera nuestra fuente de información, pero en esta oportunidad le había contado a todos de su novia nueva.
Nunca salía al campo sin estar ricamente ataviado, rastra de monedas con hebilla de plata y oro, como era su costumbre, el cuchillo encabado en plata y la puntera de la vaina del mismo material, si hasta el culero tenía sus iniciales en metales preciosos!
Un día preparando la salida para ver a “Laurita”, sacó a relucir una rastra que nos mostró con orgullo, Una gruesa hebilla representando una herradura, con una cabeza de caballo. Seis tiradores con filigranas la mantenían anclada a dos gruesas barras laterales, todo en plata y oro. Lo más destacado eran las monedas, de siete en fila por toda la vuelta!
-Éstas son las famosas “chanchitas”, son de plata de veite centésimos, me lo gané en una “jinetiada”.-
Si había que creerle, nunca compraba nada todo se lo ganaba en jineteadas o eran regalos.
-Pasé la noche limpiándolas, hay quien le pasa pulidor de cocina o esas pastas brasileras pa' los metales, yo no uso porque gasta mucho el metal, paso trabajo pero las dejo limpitas.-
La vuelta de esa salida lo trajo serio, no saludó y como alunado se fue para las piezas, a la mañana siguiente cuando me lo encontré, seguía ceñudo.
-Patrona, ya eche mis caballos pa' la calle, los llevo como tropa por delante y yo me voy con ellos.-
-Muy bien! ¿pasó algo?-
-No, la gente a veces precisa cambiar de aire.Yo no le voy a pedir recomendación, pero si le preguntan por mi, “Usté” me conoce.-
Estiró la mano y saludó sin apretar.-
Volví a saber de él en el pueblo. “Laurita se había ido a trabajar al Brasil, con cartel y todo. Cuentan que esa noche tomó bastante, alborotó sin armar lío y recorrió todas las casas del bajo. El día lo encontró amanecido y muy mamado. Desató la tostada ruana, que quedó ensillada toda la noche y así como subió por un lado cayó por el otro y quedó dormido con las riendas apretadas en la mano.
Los gurises, al verlo tan entregado, le soltaron la hebilla del freno y se lo quitaron a la yegua, que en un trote manso salió buscando pasto y querencia.
Cuando lo despertó el sol calentando alto, se paró, se miró, miró el freno que colgaba de su mano y se rascó las motas.-
-Si yo soy Basilio Araújo De León, De León por parte de padre, me robaron la yegua. Ahora, si no soy Basilio Araújo De León, De León por parte de padre, me robé un precioso freno.-
Se le rió el bigote, dió media vuelta y entró de nuevo al quilombo.

5 comentarios:

  1. Estimado Tordo, este cuento no merece el cero comentarios. Es un precioso cuento y nuay caso, los personajes, lo que se dice personajes, son los de campaña.
    Este texto merecería un buen glosario campero. Los puebleros y los yollegas que pudieran visitar este blog lo apreciarían.
    Rastra, pechera, bombitas, culero, recado, etc. etc etc.Seguro estos términos son japonés antiguo para más de uno.
    Un abrazo.
    Ta güenazo el sucedido, Don Fernando.

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  2. Gracias Santi: Al Fantasmín también le gustó, por lo fresco y espontáneo. tiene algunos problemas de sintaxis pero el tiempo me apuró y lo presenté así. Por "linea interna" le voy a mandar otro que a mi me gusta mucho, es un poquito más largo "La LLuvia". espero que le guste

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  3. A mi me gustó así...espontáneo. Qué me hablás de sintaxis...
    Lo importante es lo que transmite.
    Te juro que estuve todo el tiempo en que lo leía, permanentemente a su lado y hasta el olor percibía.
    Es realmente precioso!!!
    Me transportó a la campaña misma.
    Me sentí un duende (al que no ve nadie), pero estaba allí.
    Aunque mentira le parezca, cuando leí "Cien Años de Soledad", hasta que no lo terminé, mientras hacía las tareas domésticas (hasta pelando papas, tocía por el polvo.Sic),o lo que fuera...sentía siempre el polvo de Macondo.
    Es un poco lo que me sucedió al leer ésto.
    ¿Algo más?

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  4. Beatriz: este comentario llega tarde porque la máquina estaba en el CTI con viruses, que el inutil de mi Panda antivirus no supo limitar, lo desinstalé y puse uno que se llama AVAST! y encima me habla una gallega.

    El cuento a mi me gusta, no quiera compararlo siquiera con las cosas del Gabo y menos con 100 años. estoy planeando publicar algunos en un compilado y los comentarios en este Blog me servirán para evaluarlo. te agradesco la buena onda de los elogios, si fuera por comentarios así los publicaba y listo, pero mi autocrítica es más severa que esto.
    Gracias.

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  5. epa! cuántas letras profundas...

    gracisas por la visita :)

    p/d Si sabe quien me puede dar alas avise nomás.

    beso.

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