lunes, 16 de marzo de 2009


TORDO

Molothrus bonaerensis.

Ave perteneciente a los PASSERIFORMES, familia EMBERIZIDAE, subfamilia ICTERIDAE.

Pájaro de Color negro intenso con brillos azules violáceos. De 19 a 20 cms. Que se reúne en bandadas con neto predominio de hembras, suele asociarse e otras especies como el garibaldino y el pecho amarillo. Habitante común de todo el Uruguay y extendido desde Panamá a tierra del fuego.

Nidifica en primavera. Esta especie es parásita, no fabrica nidos, ni incuba sus huevos, sino que los deposita en nidos de otras especies. Muy adaptado al parasitismo ya que su período de incubación es menor de dos a cuatro días que el resto de las especies.

Sus huevos cambian mucho de color desde los totalmente blancos hasta los coloreados y con pintas, lo que hace que las aves parasitadas no los rechacen ya que se asemejan a los propios.

En suma el tordo es un pajarraco que pone los huevos en nido ajeno.

Ese no soy yo, yo soy el que sigue:


Recuerdos del Abuelo

Hacía veinte años que había abandonado la casa del abuelo y no pude recordar, en ese momento, la causa. Tampoco entendí que fue lo que ese día me hizo volver.
Aunque era la misma, la casa había cambiado. Todo era lo mismo, todo estaba en su lugar: las mismas plantas, los mismos bancos de piedra en los senderos de gravilla del jardín. Todo era lo mismo, pero todo había cambiado. La casa estaba más vieja, más abandonada, más sola.
Las viejas begonias, los malvones, los ligustros, se veían más grandes y más tristes. Estaban anegados de yuyos, ya nadie cuidaba el jardín.
Entonces me di cuenta la falta que le hacían al jardín las manos del abuelo y sentí cuanta falta me hacía a mi el abuelo, veinte años de falta.
Legué hasta el antiguo patio de baldosas con grises arabescos, y las encontré despulidas y sucias. Las parras que nadie había podado caían sin armonía desde el zarzo, olvidadas.
Ya no estaban los gallineros con sus cloqueos, ni las dulces colmenas con el incansable zumbido del trabajo.
Aquel patio que hasta entonces vacío se llenó con los recuerdos del abuelo, y lo vi aparecer, no como antes: lo vi aparecer viejo, cansado, llorando.
Lo llamé a gritos desde adentro de mi pecho, sin palabras. Sin poder moverme de donde estaba corrí hasta él, como hacía veinte años corría, para saltar a su cuello y abrazarlo fuerte, aunque sabía que ya no era posible. Sus ojos me miraron sin verme, me tendió los brazos que apuntaban casi al piso y me habló, -no sabés como te extraño Andresito- y nos sentamos a charlar.
Recordamos los juegos de naipes, la escoba de quince, donde aprendí a sumar. Siempre que podía le hacía trampas que él fingía no ver, pero nunca perdía la oportunidad de “soplarme” la baza si me equivocaba en las cuentas. De como jugábamos al roba montón y el culo sucio, éste siempre entre risas cómplices, a escondidas de mamá. Hablamos de la colección de sellos, de la paciencia de guardar sobres todo el año para en las frías noches de invierno, ponerlos en agua tibia, desprender los timbres postales, secarlos, clasificarlos y pegarlos con " las bisagras" en el catálogo.
Nos acordamos de la historia sin fin en la que nos preparábamos para ir al Mato Grosso, a cazar leones, los dos juntos. La repetida historia del Jeep blindado que mandaría a construir, para hacer seguro ese viaje, con sus ventanas enrejadas y vidrios blindados, para que no entrara la boa constrictor, el cañón infaltable para los elefantes furiosos, los botes inflables por si nos perseguía el oso gris y las camas que se tendían solas apretando un botón, para combatir nuestra haraganería.
Así se nos fue la tarde entre charlas y risas, y el abuelo perdió, por un rato, la tristeza y dejó de llorar.
La tarde se fue, las sombras de la noche inminente lo fueron inundando todo, envolvieron la casa, aislaron al abuelo en su pequeño mundo y nos separó la fría oscuridad del tiempo que se nos adelanta, siempre, inexorable.
Entonces llegó la enfermera a buscarlo entre penumbras. Casi con amor, lo tomó del brazo y se lo llevó a la umbría casona y me quedé solo, había perdido otra vez al abuelo, y me quedé más solo que antes. Las sombras que se enamoraron del jardín y lo ahogaron, me dejaron solo, otra vez.
Nos ganó a todos el opresión de aquella noche y desde ella pude escuchar lo que pasaba -Pero Abuelo ¿cuando va a dejar de hablar con las plantas?- escuché que ella le decía sin recriminación ninguna.
La respuesta quebrada y vieja del abuelo no se oyó, y aunque yo no los veía me llegó clara la voz de la enfermera -bueno, bueno- le dijo -pero Andresito ya hace veinte años que se murió abuelo-


El Tordo.

17 comentarios:

  1. Estimado Tordo:
    Cuando fui a dejar el precedente comentario, la palabreja de "verificación" fue "dercull".
    Agradecería a usted que eliminara ese requisito molesto de su configuración o en todo caso, que cuidara la educación y las buenas costumbres del señor que va eligiendo esas palabras.

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  2. Ahora me tocó "pullax" que es bastante fulera también.

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  3. ¡¡¡Qué vuelta de tuerca el final!!!, me pareció excelente.
    Lo que todavía no entendí - si es que hay que entender- es el por qué de lo de "Tordo".

    Vó, Santi, a ver si te centrás tu punto de mira y comentás el cuento no la "verificación de la palabra".
    Un abrazo,Tordo.

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  4. Bó, Cafla, el tocuen lo comenté el tocuen. Le dije al Tordo que el remate estaba bueno le dije. Masomeno como lo que pusiste vos. Vos pusiste más bralapas porque sos profe sos. Y si no entendés el porqué de Tordo, no entendés nada nami. Ativá esas circunvalacione ativá.

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  5. Flaca: El Tisan tiene zonrra, si lo vemos al vesrre, te queda claro te queda. cuando la tegen se eculeca ¿aquien va a ver a quien va?

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  6. Santi: no se que hacer para quitar la "verificación" de las entradas, recuerde que hace 15 días no tenía ADSL, y soy casi nulo en el manejo del Blog. ¿no se dió cuenta que no tiene ningunas foto? es que no se colgarlas. Es lo más parecido que conozco al desierto de Doña Sahara.

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  7. muy buen cuento

    a ver qué te parecen éstos:


    http://sopaconcursotcq.blogspot.com

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  8. el año pasado en TCQ, me dieron uma mensión especial, presenté siete pero me dieron poca bola solo en uno, este año no tuve ánimo de un microcuento. los leí y los pasados eran de mejor nivel, me parece!

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  9. Yo le iba a dejar un comentario respecto a alguna pregunta que anda dando vuelta por ahí.
    Llegué tarde, pues Santiago, con su sutil y feroz ironía, respondió mucho mejor de lo que yo lo hubiera hecho.
    Creo que no existen preguntas en este, su posteo y sí mis felicitaciones por la vuelta de tuerca en el final.
    Lo sigo, desde que Ud. abrió el blog:
    "El Tordo 22".
    No dejo comentarios, porque soy muy haragana.
    Pero Ud. sabe muy bien, que yo lo sigo en todo lo que hace.
    Además, lo admiro mucho y creo que se lo he demostrado.
    Pero igual está perdonado.
    Ahora soy yo la que pregunto: ¿porqué el 22?.
    No es de mi incumbencia, pero si quiere, no me responda.
    Está en todo su derecho.
    Un abrazo de hermana a un hombre que se lo merece.

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  10. Beatriz: el 22 en la quiniela es "el loco", es necesaria otra aclaración.

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  11. De ninguna manera Sr. Tordo.
    Lo comprendo más de lo que Ud. se imagina.
    Pero yo digo: ¿Loco?
    No lo creo en absoluto.
    Ud. es una persona demasida cuerda en todo lo que hace y dice.
    Por ese motivo, es que lo admiro, lo quiero y lo seguiré hasta donde quiera ir.
    ¡¡¡Arriba El Tordo que no ni no!!!!

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  12. Como me respondió al toque Sr. Tordo, eh?.
    Parece que no lo molesté demasiado...
    Y yo sintiéndome culpable por la hora!!!
    ¡¡¡Qué pelotuda!!!

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  13. Vió que mi lema en la vida sirve:
    "Querer es poder"
    Opitiiiii, pude!!!!!

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  14. Gracias beatriz, reconfortantes sus comentarios, intentaré seguir con el ànimo en alza, no todo es del color que parece.

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  15. Santi ¿que le pasa a su Blog? no se demore necesito el apoyo bloguero para sobrevivir.

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  16. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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